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miércoles, 26 de junio de 2019






Qué es un libro electrónico

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Las principales características del ebook son las siguientes:
  • El documento pesa alrededor de un megabyte, como mínimo. El espacio físico lo exige realmente el servidor en el que se almacena el archivo (cuando se trata de una librería digital o un servicio de suscripción) así como el aparato que se utiliza para su descarga o lectura (el límite de libros que guarda lo marca su capacidad de memoria). Los fondos bibliográficos no precisan, pues, tanto despliegue como en papel, pero sí necesitan estar en alguna parte. Lo digital requiere de cierta materia, aunque sea pequeñita y no la veamos.
    • Desde la perspectiva del lector, convendrá el acceso a Internet para tener los libros electrónicos, sea pagando (¿qué precio?) o en una red abierta. La conexión no es indispensable, pues los textos digitales pueden almacenarse y pasarse en soportes como un CD o un pendrive. Sin embargo, la mayoría de textos digitales (publicados) requerirán en algún momento su descarga, bien realizada por uno mismo o por otro usuario que ejerza de proveedor de contenidos.
    • A diferencia del libro impreso, el ebook no tiene un continente predefinido (containerless). Cualquier dispositivo que se emplee para leerlo es (normalmente) más caro que una obra en papel, por lo que uno tiene más miedo a que se pierda o lo roben. Al menos existe la posibilidad de que el aparato sea resistente al agua, incluso si es un ereader.
      • El ebook huele al dispositivo en el que se abre, esto es, sobre todo a plástico o metal. A los nostálgicos a lo mejor les agradaría un aerosol para impregnar sus aparatos con el olor a libro impreso. Otros, tal vez más de los que se piensa, agradecen poder evitar el tacto del papel.
      • El libro electrónico se lee en dispositivos como un reloj inteligente (¿¡!?), un teléfono, una videoconsola, una tableta, una computadora, un televisor o un lector electrónico (ereader), lo cual implica tener en cuenta elementos como la energía (carga, duración, recalentamiento) y la pantalla (luminosidad, tipo de tinta, resolución, cansancio visual y sus consecuencias; también la orientación: en algunos aparatos se puede leer en horizontal).
          • Pulsar una pantalla o una tecla, durante un milisegundo, es suficiente para pasar de página. El viento no boicotea la pantalla en la que estamos, aunque sí pueden ser problemáticos otros fenómenos como la lluvia y la arena. No hace falta saliva, ni hay riesgo de corte, pero sí huellas y rayaduras.
          • Los aparatos electrónicos pueden conectarse a otros por ejemplo por Bluetooth (incluso un vibrador…), de modo que las posibilidades al leer pueden multiplicarse.
          • Tener casi siempre a mano un dispositivo con el que leer en digital ha fomentado el consumo de textos breves o leídos poco a poco, de ahí que vayan surgiendo selecciones electrónicas como Mientras Tanto Leo, de Penguin Random House.
          • ¿Son los libros electrónicos más respetuosos con el medio ambiente?
        • Más sobre los ereaders en relación con las características del ebook:
          • Los aparatos de tinta electrónica (e-ink) muestran cierto efecto fantasma (ghosting) durante un momento cuando se pasa de una página a otra.
          • Cuando se selecciona una palabra en algunos ereaders, como los Kindle, en el menú desplegable se muestra la opción de “informar de un error en el contenido” (errata, formato, imagen, otros).
          • Usar dispositivos específicos para leer libros electrónicos lleva a que alguna gente compre más obras de las que compraba hasta entonces: se tienen miles de textos a unos clics, a precio comúnmente menor y la transacción es más rápida (sin desplazamiento a una librería).
          • El futuro de los ereaders es, como cabe esperar, abierto.
  • Todavía no hay un formato universal que sea legible por cualquier aparato. Los archivos epub y mobi, que son propios de los libros electrónicos y actualmente de los más extendidos, a mayores de la obra albergan información sobre ella (metadatos como título, autor, editor, fecha, idioma o número ISBN), datos acerca de su forma de presentación (indicaciones CSS), el orden de lectura (spine) y las tablas de contenidos (por un lado, un mapa de navegación accesible permanentemente y, por otro, una página HTML que funciona de índice con diversos enlaces a los apartados).
    • Las características del ebook permiten técnicamente la inserción de elementos multimedia como sonidos, vídeos, modelos tridimensionales o gráficos, si bien, por el momento, estos añadidos se encuentran limitados a unos formatos determinados y unos aparatos concretos. Unos creen que los libros enriquecidos (enhanced ebooks) son el futuro, otros consideran que se trata de un absurdo intento de emular otros productos, tal que el videojuego o las películas. Algunas posibilidades como un mapa, un árbol genealógico o una pieza audiovisual pueden ser aportaciones prácticas, aunque quizá son lo máximo que necesiten la mayor parte de creaciones si deseamos que persista el objetivo de la lectura: imaginación y concentración. En este sentido, una banda sonora sincronizada puede ayudar a la inmersión en el libro.
    • Cuando los libros son primordialmente texto, según el formato existe la posibilidad de que este se pueda adaptar a la pantalla y al gusto del consumidor (reflowable), por ejemplo cambiando el tipo de fuente tipográfica* o el color de fondo. Es customizable.
      *Los ebooks pueden adaptarse al puñado de fuentes por defecto que trae cada dispositivo de lectura o bien incluir su propia fuente. Sobre las complicaciones de lo segundo (que es menos común), traduzco a JW Manus: “Es fácil de hacer, pero un campo de minas. No todos los aparatos aceptan fuentes insertadas, algunas fuentes tienen condiciones de uso muy restrictivas, la licencia de otras puede costar mucho y algunas no están completas (por ejemplo, está disponible la fuente regular, pero no la cursiva o muchos caracteres especiales como rayas o ciertos acentos)”.
      • El concepto de página se circunscribe aquí a cada uno de los pantallazos en que se divide la obra una vez el lector ha determinado el tipo de letra y su tamaño en el caso de los libros no fijos. El usuario se sitúa únicamente en su lectura a través de un porcentaje: “Voy por el 20 %”. En principio la longitud de las obras no se mide en número de hojas, sino en miles de palabras. En este sentido, el libro electrónico es un todo, una especie de rollo digital.
        • Las notas que en papel son a pie de página (footnotes) en ciertos formatos digitales deben ser notas al final (end notes). Y, claro, para hacer referencia al párrafo de un ebook no puede citarse el número de página, sino otros elementos (capítulos y compañía).
        • En el ámbito electrónico no hay que alargar las historias o rellenar con información para que compense la impresión; pueden ocupar lo que necesiten.
        • Quizás en breve los estándares permitan crear y compartir capas de los ebooks (layers), de manera que uno o más usuarios puedan añadir sus anotaciones.
        • En algunos ereaders (como este) y en ciertas aplicaciones quien lee un ebook puede decidir si quiere saber cuánto queda de capítulo o de libro, en cuanto a porcentaje de progreso como a tiempo aproximado. Desconcierto, sorpresa.
        • Cuando el libro está dentro de una pantalla no hace falta recurrir a malabarismos o inventos improvisados cuando se tiene una o las dos manos ocupadas. Las hojas no se pierden.
        • Los marcadores no hacen falta, porque la aplicación o el dispositivo recuerdan en qué página vamos.
        • El entorno digital, por cierto, permite un nuevo sistema de pago de la lectura. Aunque el cobro se realiza por unidad de libro electrónico, no tendría por qué ser así. Hay iniciativas como la aplicación Total BooX que cargan proporcionalmente al lector en función del porcentaje del ebook que haya leído.
      • En cuanto a accesibilidad, los signos lingüísticos pueden ser leídos en alto por software específico (por cualquier aplicación que se prefiera, si así no lo impide un sistema anticopia) y por dispositivos que representan el Braille. Además, en un ebook es posible emplear ciertas tipografías (como OpenDyslexic) o elegir una presentación con pocas líneas en la pantalla puede que facilite la lectura a los disléxicos.

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